sábado, 10 de septiembre de 2011

Sobre los franquistas


En su mayor parte son personas que no entendieron al propio Franco. El anciano dictador, pese a lo que muchos piensan, no creó absolutamente nada. No existe ningún cuerpo doctrinario franquista salvo algunos retazos de ultraconservadurismo católico aderezados con un poco de la más repulsiva moral militar de los africanistas de los años 20. Por lo demás el franquismo del populacho inculto se basa en un recuerdo con añoranza, no de la guerra ni la postguerra sino del SEAT 600, de Marisol, de los tiempos de bonanza económica de los 50-60 y en definitiva, de los tiempos en que todo era más sencillo. Lo cierto es que quienes echan de menos aquellos tiempos no han tomado ni cinco minutos para entender que aquella bonanza se io precisamente porque Franco decidió un día ser menos franquista y permitir que los tecnócratas del Opus Dei aplicaran sus medidas económicas sobre un país maltratado por la autarquía, auténtica y genuina fórmula económica de Franco y la Falange. Lo cierto es que, de haber continuado por donde nos llevaba el centinela de Occidente, España habría caído en un pozo en el que solo cuatro talibanes integristas sabrían sobrevivir. Estamos hablando, claro está, del arado romano, de los coches de gasógeno, de las cartillas de racionamiento y de las enfermedades medievales derivadas del hambre. Una política económica basada en poner guardias civiles con metralletas vigilando a los labriegos y en definitiva, un desastre económico que habría dado lugar a que la alta burguesía, que en su día apoyó el golpe del 36, cruzara los Pirineos para, desde allí, y con probable ayuda de los Aliados, derribar el régimen. Sin embargo esto no ocurrió y franco, al igual que algunos déspotas franceses en su día, permitió ciertos ramalazos de progreso bajo su omnisciente efigie, la cual, perduraría como única beneficiaria de agradecimiento por parte del cuadrúpedo animal hispánico.

Desgraciadamente estas evidencias aplastantes no son sino sutilezas inalcanzables y agotadoras para quienes basan su ideología en cuatro slogans y algunas banderitas.

Aquellos sectores inteligentes de la tecnocracia franquista hoy en día están situados en el PP y viven, precisamente, del recuerdo de aquella simbiosis, para captar el voto de los cuadrúpedos.

En definitiva, el franquismo no fue más que una armadura para que el capitalismo español pudiera crecer y desarrollarse sin huelgas, sin obstáculos ni revueltas y sobretodo sin desembocar en una revolución. Sin embargo, pasado un tiempo, una vez que el capitalismo se hubo desarrollado lo suficiente y comenzaba a necesitar proyectarse hacia el exterior, esa armadura le fue quedando pequeña hasta el punto de convertirse en una camisa de fuerza. Muestras de esa contradicción interna se vieron por vez primera cuando un grupo de disidentes políticos, dentro de parámetros capitalistas, marcharon a Munich en 1962 para entablar relaciones con la Comunidad Económica Europea, embrión de la UE. Dicho organismo se negó de pleno a aceptar a semejante reino de criminales que era el franquismo dentro de sus fronteras, evidentemente por lo inestable que podría ser así como por lo inflexible que este podría ser a cualquier tipo de reforma. Las reformas y cambios urgentes que la Comunidad Europea exigía para la integración de España en la UE fueron, sin embargo, el germen de la posterior Transición. Los delegados asistentes, que iban desde liberales de una cierta derecha moderada hasta gente del PSOE y nacionalistas, acordaron que los cambios exigidos por la CEE iban a implementarse gradualmente y según las circunstancias políticas así lo permitieran. En pocas palabras, cuando muriera Franco se reformaría el país para su ingreso en las estructuras de un capitalismo más globalizado.

La herramienta se había convertido en un fin en si mismo. El capitalismo español que financió el golpe de Estado de 1936 ya no podía crecer con semejante losa encima y era cuestión de tiempo que se desmantelara.

No era, por tanto, un régimen de auténtica alternativa al capitalismo sino un capitalismo local con las alas cortadas. Nada más.


Ignorantes de esta aplastante realidad se seguirán agolpando personajillos bizarros de bigotito, boina de requeté y hedor de tasca recordando lo poco que el franquismo les dejó ver o les hizo entender. En fin, seguirán siendo borregos que cumplirán su única tarea útil, dar hostias cuando se les requiera para ello.

¿Quiénes son los pringados de la Historia?

2 comentarios:

  1. Sin duda unos pringados de la historia, pero has de distinguir entre ramas del franquismo, ya que existen diferencias entre Falanguistas y Jonsistas como las hay entre Trostskistas y Stalinistas ...

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    1. Los falangistas no llegaron nunca a concretar ningún modelo político o económico alternativo, en lugar de esto, propusieron una estructura corporativista heredada del régimen de Miguel Primo de Rivera el cual, a su vez, lo había copiado previamente del de la Italia de Mussolini. Y si te fijas bien tal modelo no fue otra cosa que un Estado en el que el trabajo estaría regido por una negociación sindical promovida desde arriba y conservando la propiedad privada de los medios de producción. Al estar dispuesto precisamente desde arriba, la representación patronal tenía siempre las de ganar.

      Por otra parte se ha dicho mucho acerca de que Jose Antonio estuvo, presuntamente, en contra del conservadurismo y de la Iglesia, sin embargo, yo aún tengo pendiente hacer una entrada sobre unos discursos en los que dicho líder habla del proyecto de la CEDA como la auténtica revolución nacional que deseaba su movimiento.

      En cuanto a los trotskistas, hay demasiadas pruebas de que cumplen una misión de quinta columna dentro del movimiento comunista internacional, con lo que no podría considerarlos de los nuestros. Obviamente han habido miles de movimientos divisorios dentro del comunismo, y de hecho me atrevo a decir que somos uno de los movimientos políticos con más escisiones y traiciones internas de la Historia. Sin embargo a la hora de la verdad puedes comprobar como, mientras el socialismo se pelea consigo mismo, los movimientos fascistas que citas se cobijaron durante 40 años en los engranajes de la dictadura de la que hablo en este artículo.

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