Nos encontramos en el segundo año de imposición de Plan Bolonia a nivel estatal en el estado español, y ya vemos en el horizonte la segunda fase del proceso privatizador de la universidad a nivel europeo. Ante tal ataque a la educación, es el momento de intensificar la lucha contra esta segunda fase, la Estrategia Universitaria 2015 (EU2015), y creemos que el 17 de Noviembre es una jornada perfecta para ello.
Bolonia supone la introducción de la empresa privada en la universidad. En la conyuntura actual, el gran capital, en su crisis estructural saca sus tentáculos en busca ampliar su cuota de mercado y en esta ocasión le toca a los servicios públicos, en concreto a la educación: un servicio básico para el desarrollo de la sociedad. Como consecuencia más tangible a largo plazo obtenemos la elitización de este servicio, al cual sólo podrán asistir los hijos de la burguesía y el gran capital. Esto queda remarcado en el campo de las carreras técnicas, que teniendo en cuenta el alto grado de dificultad y los consecuentes suspensos hará imposible su acceso a los hijos de los trabajadores.
Uno de los pilares básicos sobre los que se articula el EEES: los ECTS, la estructura grado/post-grado y la acreditación - tanto interna como externa y mediante organizaciones vinculadas única y exclusivamente al sector privado. Pero en este momento, el plan privatizador ha entrado en su segunda fase, lo que supondrá un mayor alcance del espectro privatizador que asola la educación.
Esta fase, como antes mencionábamos es la EU2015, que supone: aumento de tasas, nueva visión de la evaluación, reforma de la gobernanza, Campus de Excelencia Internacional (CEI), y reforma del estatuto del estudiante.
El aumento de tasas se materializa principalmente mediante el aumento progresivo de estas hasta el año 2015, en el cual pagaremos el crédito en las segundas convocatorias a un 50% y en las terceras a un 100% del valor real del crédito. Con tales precios, incluso no nos llegaría a los estudiantes hijos de la clase trabajadora y de las capas populares a pagar la matricula con una supuesta beca que nos proporcionase el estado -porque hasta las becas ya no serán becas, sino préstamos que nos endeudarán hasta el final de nuestros días y que nos impedirán a los jóvenes cosas tan básicas como la emancipación. Todo ello, se esconde tras la máscara de la búsqueda de la ‘excelencia académica’ y la mejora del rendimiento de los servicios académicos, docentes e investigadores.
La evaluación se realizará de manera estatal (ANECA) y supraestatal (ENQA) , y en algunas comunidades autónomas con agencias de evaluación propias, todas ellas evalúan a las universidades centrándose más en la rentabilidad para las empresas que en criterios educativos. La supraestatal servirá para revisar el cumplimiento de los criterios europeos, impuestos por el gran capital europeo. Tras este eufemismo se esconde la creación de un ranking de universidades que obligará a estas a competir entre sí, obteniendo así universidades de 1º, 2º o 3º categoría.
Ante los posibles problemas que pueda crear la estructura de auto-gobierno que actualmente existe en las universidades del estado español, se plantea una reforma de este en la cual los ‘consejos sociales’ -compuestos principalmente por el sector privado- obtengan una gran relevancia. De esta manera se deja la universidad en manos del gran capital financiero convirtiéndola en un negocio, y una herramienta de satisfacción del mercado en detrimento de la calidad de la docencia y el desarrollo del conocimiento, dejando a un lado los verdaderos objetivos de la universidad: la docencia y la investigación con criterios científicos; algo que en un futuro con capitalismo nos resultará utópico pensar si no luchamos y nos organizamos.
Los CEI son uno de los ejes principales de esta segunda etapa que comporta Bolonia. Contribuirán a la catalogación de las universidades en mejores o peores de una manera más remarcada. Se estructurarán alrededor de las carreras más rentables desde el prisma de la obtención de beneficios económicos a la clase dominante, lo que provocará una progresiva depauperización en la calidad de la docencia en carreras menos rentables hasta llegar al grado de la posible eliminación de las mismas -responsabilidad que recae en los consejos sociales. Además de eso abrirá las puertas de la universidad, de la manera más descarada, pues para hacer una universidad competitiva se necesita una gran inversión -algo que a día de hoy es algo de lo que carecen las arcas del estado-, algo que sólo tiene el capital privado.
En cuanto al estatuto del estudiante nos encontramos con un gran engaño y tomadura de pelo al colectivo estudiantil. Se presenta como algo innovador y revolucionario cuando realmente se trata -como en todas las reformas que tratan de privatizar algún servicio público- de un conjunto de eufemismos y palabras insertas en un contexto ambiguo y claramente vacías de significado.
Destacamos diversos aspectos que a día de hoy sigue sin cubrir como: la igualdad de oportunidades -que bajo el capitalismo es algo impensable, puesto que las oportunidades dependen en última instancia de la procedencia de clase: obrero o burgués, y más aún con este proyecto privatizador-, el derecho a conciliar la vida laboral con la vida escolar, la no contemplación de becar a los estudiantes de máster -lo que los elitiza aún más de lo que ya lo están-, y para colmo se trata de la misma manera tanto a la educación privada como a la educación pública, dando por hecho que ambas están igual de protegidas.
A esta ola privatizadora, le debemos sumar la guinda del pastel: la reforma laboral, que bajo tintes sociales y con el supuesto objetivo de reducir el paro a todos los niveles, esconde en realidad: el recorte de derechos laborales arrancados a la burguesía con históricas luchas, la devaluación de la fuerza de trabajo -menor remuneración laboral-, despido más barato y flexible, etc… Pero hay un aspecto cuasi escandaloso que afecta a los universitarios: la profunda precariedad a la que nos condenan a través de los contratos de formación o prácticas. Estos contratos contemplan la posibilidad de encadenar un contrato tras otro mientras no ocupemos el mismo puesto de trabajo o hayamos sido contratados por primera vez teniendo el doctorado -algo imposible para los hijos de la clase obrera y las capas populares-; la interrupción de dicho contrato ante cualquier situación de incapacidad temporal; o la exención de cuotas empresariales a la seguridad social, mientras que el reporte máximo anual por un contrato indefinido es de 1400 €. Y si a esto le sumamos otros aspectos como la cesión de gran parte de las competencias de los Servicios Públicos de Empleo (SPE) a las ETTs (Empresas de Trabajo Temporal), tenemos todos los deseos y ordenes del gran capital materializados en detrimento de la clase productora y sus hijos.
Hay que tener en cuenta la situación en la que se está privatizando no sólo la educación, algo básico para el desarrollo la sociedad, sino todo el Estado de Bienestar. Para entenderlo hay que plantearse dos cuestiones: las causas de su nacimiento y la causas de su desmantelamiento. La burguesía con miedo a que se materializasen las más que probables revoluciones socialistas y la presencia del contra-poder que constituía la URSS y el Bloque Socialista, cedió parte del beneficio obtenido de la clase obrera embriagándola con la fiebre consumista y ciertos servicios básicos como: educación, seguridad social, etc… hoy 20 años después de la contrarrevolución surgida en el Bloque Socialista, la burguesía tiene campo abierto para hacer lo que le plazca y es lo que ocurre ahora con el desmantelamiento de este espejismo que ha resultado ser el Estado del Bienestar, aquello que la gente pensó que vendría para no irse jamás. Cuando lo que jamás se irá son las reformas impuestas por el gran capital, las cuales han venido para quedarse mientras haya capitalismo.
Ante todo esto, los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC) hacemos un llamamiento a los estudiantes, tanto universitarios y de medias, pasando también por el Personal Administrativo y de Servicios (PAS) y al Personal Docente y de investigación (PDI) -que también se verán afectados directamente por estas reformas- para que acudan a la movilización del 17 de Noviembre y se organice políticamente, pues cuanto más organizados estemos mejor será la respuesta que daremos a la oligarquía financiera parándole los pies e incluso tirándolos por el precipicio del olvido. También queremos desvelar el profundo carácter de clase que persiguen estas reformas, agravando la precarización de la clase obrera y elitizando la educación, lo que nos impone un obstáculo en el acceso a este nivel de la educación.
Nunca nos cansaremos de decir que con el capitalismo en el estado actual de descomposición, en el capitalismo senil, no hay futuro para la clase obrera ni para el conjunto de la humanidad en si misma, ¡el futuro es el socialismo!
¡No a la Bolonia!
¡No a la EU2015!
¡No a la Reforma Laboral!
¡Socialismo o Barbarie!