miércoles, 9 de noviembre de 2011

El manual de torturas que empleó la CIA


http://www.publico.es/culturas/150105/el-manual-de-torturas-que-empleo-la-cia

“Nos enseñaron tácticas psicológicas: cómo estudiar el miedo y las debilidades de un prisionero. Hacer que se levantara y se quedara de pie, no dejarle dormir, desnudarle y aislarlo, poner ratas y cucarachas en su celda, darle comida podrida, incluso animales muertos, arrojarle agua fría a la cara, cambiar la temperatura de su entorno”. La CIA no tuvo más remedio que reconocer la veracidad de las palabras que Florencio Caballero –uno de los torturadores hondureños más brutales de la agencia de inteligencia–, declaró en 1988 a The New York Times.

La CIA se había convertido en maestra e instigadora de los regímenes dictatoriales latinoamericanos. Presionada por la prensa, hizo público el manual Kubark, que era estudiado por aprendices de torturadores. En él aparecían los elementos esenciales de las investigaciones de un psiquiatra residente en Canadá llamado Ewen Cameron. La conexión entre la agencia y Cameron permaneció en el anonimato hasta que los antiguos pacientes del psiquiatra denunciaron a la agencia y al gobierno por financiar unas investigaciones que violaban la ética médica. Tras pagar una indemnización de más de 750.000 dólares, la CIA reconoció su implicación.

Nuevas fórmulas para luchar
En los años cincuenta, la aparición en televisión de soldados norteamericanos presos en Corea denunciando el capitalismo alertó a los servicios secretos de los países occidentales. Estos acontecimientos mostraban que los comunistas habían encontrado un método para “lavar los cerebros” de los cautivos. Por ello, el 1 de junio de 1951 varias agencias de inteligencia se reunieron en Montreal con el aparente fin de preparar a los soldados para resistir en el caso de ser capturados. Además, pusieron en marcha un programa conocido como MKUltra, cuyo objetivo era encontrar nuevas fórmulas para ganar la Guerra Fría sin recurrir a las armas.

El proyecto lo lideró Sidney Gottlieb, químico y psiquiatra militar que empezó administrando LSD y otras sustancias a innumerables sujetos para encontrar nuevas técnicas especiales de interrogatorio. Gottlieb trató a presos, drogadictos, prostitutas, empleados y agentes de la propia CIA. Algunos enloquecieron, otros sufrieron daños psicológicos irreversibles y, según los informes, al menos uno de ellos murió.En los experimentos trabajó Donald Hebb, director del Departamento de Psicología de McGill, quien obtuvo una beca para investigar el aislamiento y la privación sensorial.

Tras realizar sus primeros estudios, informó a la CIA de que los métodos que utilizaba generaban en los individuos la pérdida parcial de su memoria y la asimilación de nuevas conductas. Hebb dejó la investigación y justificó su actitud: “Comprendimos que estábamos contribuyendo a desarrollar unas técnicas de interrogatorio inmorales, cuya potencia era tremenda”. No todos compartían estos reparos. Su colega Ewen Cameron, enemigo intelectual y anticomunista acérrimo, consideraba que la destrucción de la mente era “el paso previo para la curación”.

La destrucción como cura
Cameron, psiquiatra norteamericano de origen escocés, alcanzó el máximo reconocimiento público en 1954, cuando formó parte del equipo médico que testificó acerca de la salud de Rudolf Hess. Cameron se había alejado de los estándares de terapia convencional y partía de un principio innovador: destruir la mente y hacer tábula rasa sobre la que imponer nuevas pautas de conducta.

En 1957 obtuvo su primera beca de la CIA. Convirtió el hospital Allan Memorial Institute en una cárcel y trató a pacientes con dolencias mentales menores– como la depresión posparto– que se convertían en cobayas. Incrementó el uso del electroshock, llegando a alcanzar 360 descargas por paciente en 30 días; aplicó técnicas de privación sensorial, aislamiento y alteración de los ciclos de sueño. También usó drogas para quebrar la identidad de los pacientes. Cameron murió en 1967, pero los trágicos frutos de sus investigaciones continúan hoy en día.

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