Para aquellos puristas de la revolución que desconfiaban del 15M por verlo como un proyecto interclasista y reformista voy a ir subiendo algunos artículos bastante interesantes sobre dicho movimiento y su desarrollo.
De momento ahí va este:
Nuestro viaje comienza en la madrileña plaza de Legazpi. Jonay (amigo de la infancia y compañero de asamblea) y yo esperamos con las mochilas a que lleguen los dos compañeros con los que vamos a compartir coche hasta Sevilla. No sabemos ni sus caras, pues contactamos literalmente a última hora.
El primero en llegar es Pepe, un joven e interesante viajero de 31 años prácticamente recién llegado de la marcha popular indignada a Bruselas. Al rato llega Miguel, el conductor y dueño del coche en el que viajaremos. Miguel es un hombre de 60 años, recién jubilado, comunista de pura cepa y que transmite simpatía y buenas intenciones. La compañía es propicia para el viaje de más de cinco horas; cinco horas que se hacen cortas entre conversaciones sobre la situación del movimiento y música de fondo.
A eso de la medianoche, en una carretera rodeada por una oscuridad absoluta, vemos emocionados el primer cartel que señaliza Marinaleda. Yo moría de curiosidad y de ganas por conocer el famoso pueblo, pero al principio no vimos nada que nos llamase la atención. Una gasolinera, un banco, chavales en un quiosco, casas… Los colores de la bandera andaluza anuncian la Avenida de la Libertad, pero lo que realmente nos confirma que, al menos, hemos llegado al pueblo correcto, es un discreto cartel que da nombre a la Plaza Salvador Allende.
Llegamos al polideportivo Ernesto Che Guevara, donde ya han llegado bastantes de los/as asistentes al evento. Dejamos las cosas en el pabellón que nos ha cedido el ayuntamiento y, tras unos primeros saludos, voy en busca del famoso retrato del Che en la pared del polideportivo. Fácil de encontrar: su tamaño es imponente. Sin duda alguna, estamos en el pueblo correcto.
Bajamos al centro del pueblo, y lo primero que sorprende de Marinaleda es su tamaño. A pesar de tener sólo 3000 habitantes, todo el pueblo está construido a lo largo, por lo que puede medir fácilmente 2 o 3 kilómetros de punta a punta (al menos según mis poco precisos cálculos). Por el camino y en la oscuridad, no sabíamos que había más allá de las vallas que nos rodeaban. Pero sí alcanzábamos a ver todos los murales que había en la pared: “Vallekas con Marinaleda”, una esvástica tachada, la hoz y el martillo con las banderas andaluza y republicana diciendo “Paz, pan y trabajo” y un largo etcétera que nos dan una cálida bienvenida al municipio.
Entramos en un bar donde ya hay un grupo de “indignadxs” tomando cervezas y cubatas, festejando. Inmediatamente me doy cuenta de que las paredes del local están cubiertas de fotos y mensajes de solidaridad con el pueblo palestino. Fotos muy duras.
Salgo con Jonay y Miguel para dar un paseo por el pueblo. Marinaleda tiene un urbanismo coherente y digno de llamarse “de izquierdas”. Los espacios públicos son enormes y están muy bien cuidados. Llegamos al colegio y sus amplias instalaciones. Vemos la casa de la cultura, monumental y que casi parece una especie de mezquita, y a su lado el ayuntamiento. Un ayuntamiento en el que sólo ondea una bandera: la del Sahara Occidental. Tras ver las populares viviendas de autoconstrucción, adosados de 90 metros cuadrados más 100 de patio que cuestan sólo 15 euros al mes, volvemos al pabellón sabiendo que vamos a dormir en suelo libre.
A la mañana siguiente podemos ver que lo que había tras las vallas era una piscina municipal y un espacio verde llamado “Parque Natural”. El Parque Natural es grande, bonito y cuidado, como todo lo público en Marinaleda. Tiene grandes espacios de césped donde los vecinos/as salen a pasear, fuentes, aparatos de ejercicio para personas mayores, una Plaza de la República y, sorprendentemente… ¡un teatro al estilo griego!
Desayunamos en una cafetería y vamos al bar de la noche anterior. Y ahí veo que no es un bar cualquiera, es la Casa del Pueblo del S.O.C. (Sindicato de Obreros del Campo). Y es que en Marinaleda, el local del sindicato merece llamarse casa del pueblo, porque es un engranaje de la vida social. En la planta baja el bar, arriba un restaurante y, al lado, un gran espacio común que sirve tanto para las asambleas populares como para actividades culturales (como el concierto de flamenco contra la violencia de género que se anunciaba para esa misma noche).
Comienza el IV Encuentro Estatal del 15-M en el local del S.O.C., presididos por un retrato del Che enmarcado en las banderas cubana y andaluza. Se nos informa de que hay personas en toda España siguiendo el encuentro a través de Mumble, y que van a intervenir de vez en cuando como cualquier asistente más de la asamblea.
Empezamos con una ronda de presentación de todas las asambleas y grupos de trabajo que están representadas en el encuentro. Hay gente de todas partes: Madrid, Valencia, Albacete, Málaga, Toledo, Córdoba, Teruel, Zaragoza, Barcelona, Compostela, etc. La situación del movimiento parece similar en todas partes: por un lado, el número de personas que se han desencantado es bastante alto. Algunos querían cambios ya, y el tener que hacer un trabajo constante de asambleas semanales ya no es lo mismo que salir unos días a manifestarse en Sol. Por otro lado, mucha gente ve algún punto que no le gusta del movimiento, y en vez de ceder o tratar de cambiarlo, simplemente le da la espalda. Pero en el aspecto positivo podemos destacar que las personas que quedan son un núcleo fuerte puramente implicado, activo y luchador.
Tras algunas reflexiones de las puestas en común, y una de esas cansinas discusiones asamblearias, las personas que quedaban por hablar ceden amablemente sus turnos para no quitar tiempo a las tres ponencias sobre modelos económicos alternativos.
La primera ponencia viene de mano de dos dinámicos compañeros valencianos. Nos hablan de decrecimiento, de la imposibilidad del consumo ilimitado en un mundo con recursos limitados. Nos hablan de cómo la Tierra no puede sostener nuestro ritmo de consumo, y de cómo nuestros excesos son a costa de la miseria de la población mundial. Nos hablan de modelos alternativos y de cambios de valores: el consumo no da la felicidad.
Después de ellos llega la que para mí es la ponencia más esperada: la de Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda. Aunque llevaba toda la mañana en la asamblea, cuando salió al micrófono fue recibido con una cálida ovación. Gordillo sí es un tipo campechano, y no el Rey. Habla con sencillez, con la simpatía común de los sevillanos y siendo rotundo en sus palabras. “Para acabar con la rabia hay que matar al perro. Y el perro es el sistema capitalista”. Se puede decir más alto, pero no más claro. Gordillo nos habla
de las luchas de Marinaleda, de cómo un pueblo de jornaleros pobres que estaban en paro once meses al año se ha convertido en el pueblo más libre del Estado. Nos habla de cómo funciona el municipio, de la asamblea. De que en la cooperativa todos cobran lo mismo, y lo que queda de beneficio se invierte en obra pública. Nos habla de cómo pelean por cada subvención que necesitan, y de las viviendas de autoconstrucción. “Yo te compro la tierra. Pero es que si no me la vendes, te la expropio.” Nos anima a luchar por un mundo libre y un hombre nuevo como el que soñó Ernesto Guevara. Y cuando deja de hablar, recibe el aplauso más potente de todo el encuentro.
Tras él, el luchador catalán Enric Duran nos explica el proyecto de la Cooperativa Integral Catalana, toda una red de producción y consumo alternativa dentro del sistema capitalista. La propuesta es de gran interés, pero confieso que soy de difícil concentración y no puedo evitar pensar en algunas dudas que me surgen sobre la economía de Marinaleda. ¿Qué pasa con los negocios que no están dentro de las cooperativas? ¿Tendrán algún tipo de pedagogía alternativa en el colegio, o seguirán el currículo habitual? Trato de concentrarme de nuevo en Enric, y escucho cosas realmente revolucionarias, como la intención de que las personas que realicen trabajo intelectual realicen también trabajo manual. Debo buscar más información sobre este proyecto…
¿La conclusión? Algo que ya sabíamos, pero que mucha gente aún no termina de asimilar: la única solución está en el cambio de sistema económico. El capitalismo no sólo es criminal, sino que está en la mayor crisis de su historia. Puede caer o levantarse, y si cae debemos estar preparados para construir la alternativa…
Después de las ponencias, comida en el restaurante del sindicato. Menús por 7 euros y mesas colectivas que facilitan la socialización entre los/as asistentes.
Aprovecho el tiempo tras la comida para ir de nuevo con Jonay y Miguel de paseo por el pueblo. Volvemos a ver los murales, y caemos en la cuenta de que el colegio tiene también un huerto. Tenemos la suerte de poder entrar en el ayuntamiento, pues hay una trabajadora haciendo fotocopias y ha dejado la puerta abierta. Le pedimos permiso para pasar y ella misma nos hace de “guía” por el despacho del alcalde. En este despacho no está el retrato del Rey, sino el del Che, y no está la bandera constitucional, sino la republicana. Vemos varios regalos de solidaridad y los presupuestos participativos. En Marinaleda, van con unas hojas donde se muestran los presupuestos del ayuntamiento barrio por barrio. La gente de cada barrio plantea cuáles son sus necesidades, y en una asamblea conjunta se decide en qué va a invertirse el 100% del presupuesto municipal. Una pura democracia económica…
Vemos también la guardería, un centro de educación infantil donde los niños y niñas pueden comer y dormir la siesta todos los días por tan sólo 12 euros al mes…
Por algunos líos que no vienen a cuento, no podemos asistir a la asamblea de la tarde, y acabamos comprando productos de Marinaleda en la tienda de comestibles, donde aprovecho para hablar con unas señoras del pueblo. Dicen estar contentas de vivir aquí, que no lo cambiarían por nada. Afirman que la mayoría del pueblo va a las asambleas, y que a veces rebosa el sindicato. Una de ellas nos cuenta orgullosa que viene a visitar el pueblo gente de todas partes, “incluso de Cuba”.
Por la noche, cena en el sindicato y concierto de flamenco contra la violencia de género, también en el sindicato. Después, noche de copas y conversaciones políticas. Hablamos de América Latina, y el compañero Pepe nos cuenta su experiencia como periodista cuatro meses en Venezuela. Estamos en la terraza del S.O.C. y vemos a la juventud del pueblo cargando bolsas con bebida para botellón. Dentro del local hay alcohol, música y risas. Y se oye gritar: “¡España entera como Marinaleda!”; “¡Europa entera como Marinaleda!”; “¡La tierra entera como Marinaleda!”
A la mañana siguiente, llega la asamblea más interesante de todas: los debates simultáneos. Nos dividimos por grupos de trabajo, y ocupamos toda la plaza de al lado del sindicato en distintas asambleas mientras una cámara de la televisión de Marinaleda nos filma. Yo estoy en el grupo de comunicación/acción no violenta, y se plantean cosas realmente interesantes. Hay diversidad de opiniones: la mayoría piensa que con violencia no se logra el cambio; algunos/as piensan que llegará el momento en que habrá que plantearse ese camino. Sea como sea, todos/as coincidimos en algo: la no violencia es el primer camino a seguir. Se deja claro que “no violencia” no es igual a “no conflicto”, y nos preparamos para la batalla…
La puesta en común de los grupos de trabajo es realmente interesante, y muestra los pasos de gigante que está dando el movimiento. Hemos pasado de la reforma de la Ley Electoral y la Ley Sinde, a la abolición del capitalismo en sólo 6 meses. Hemos conseguido la coordinación con activistas de todo el planeta. Hemos pasado de ocupar plazas, a ocupar edificios y tierras. Hemos pasado de la espontaneidad de las redes sociales (que, desde luego, no ha muerto) a la coordinación de grupos de trabajo a nivel estatal. Hay economistas, abogados/as, informáticos/as. Somos una red que crece de forma imparable y que da pasos cada vez más grandes y más revolucionarios. Nos queda trabajo, sí. Pero vamos por el buen camino.
Esto me deja un gran sabor de boca, aunque da pena que todo termine. Marinaleda nos ofrece una comida popular, paella para más de 150 personas a tan sólo 3 euros por cortesía del S.O.C.. Debido a que soy vegetariano, parto con un grupo de malagueñas/os de mi misma “condición” a un bar de la zona a comer algo. Ahí, hablo con el camarero y le pregunto sobre el pueblo. Resulta ser un “disidente”. Se queja de que es un pueblo demasiado extremista, y afirma que todos están sometidos a la voluntad del alcalde. Dice que es mentira que no haya paro, que sólo te dan trabajo si entras en su juego (supongo que se refiere a las cooperativas) y que dan preferencia en las ayudas a los que participan en las asambleas o en los domingos rojos y verdes (jornadas de trabajo voluntario). También se queja de que no hay policía y hay peleas… No comparto su opinión, pero le digo que es interesante escuchar otra cara de la moneda.
Nos despedimos de todos los compañeros y compañeras del encuentro. Nos gustaría quedarnos más, pero debemos llegar a Madrid antes de quedarnos sin autobuses. Subimos al coche los mismos que vinimos, y abandonamos un pueblo que, algún día, tendré que volver a visitar…
La experiencia ha sido bonita e interesante, y hemos conocido a compañeros y compañeras en lucha de todo el país. Ahora queda no perder el contacto, y fortalecer nuestras redes y nuestras acciones.
Porque queremos la galaxia entera como Marinaleda.
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